No soy muy de escribir historias, relatos largos, pero si quiero ir dejando algunos flashes de recuerdos que, posiblemente muchos de vosotros podríais detallar más que yo.
El tema del "pozo" es solo accesorio, pero de alguna manera hasta ahí llegamos.
"El conductor", se monta en su vehículo, se acomoda en el asiento coge el volante con una mano y pone en marcha el motor. Seguidamente cierra la puerta y ..... ¡zas! ...
- ¿dónde está el niño. ¿Alguien lo ha visto?
-Se le oye. ¡Está pidiendo ayuda!.
-¡Rápido a buscarlo!
La casa patas arriba, la calle patas arriba, medio pueblo patas arriba. No lo encontramos, no ha podido ir muy lejos, aunque se le escuchaba en la lejanía.
No sabemos dónde buscarlo. Empieza la desesperación: que si alguien lo ha podido raptar, que si ha podido tener un accidente, que si .... ¡EL POZOOOO!
Corriendo a mirar en el pozo, no sólo en el de casa, también en el de el abuelo Felipe, ya que el brocal es más bajo y hay, por tanto, más posibilidades de que haya podido caer.
Son momentos muy angustiosos, el tiempo pasa, no hay noticias.
- ¿Qué ocurre?
- ¡Mirad en el pozo!, parece que se ven burbujas!.
Dios mio! qué desesperación. Echando el cubo intentando arrastrar lo que pudiera haber. Quizás poner en marcha, en casa de los abuelos, el motor, intentar vaciar el pozo rápidamente ....
¡ Jolines... los pozos !
Afortunadamente el pozo quedó en su sitio, no atrapó nada que no fuera el agua acumulada.
Un ruido, un rasguño. Posiblemente uno de los últimos rasguños y ... el azar, el destino, la Divina Providencia, o lo que queramos .... pero la puerta del frigorífico no podía abrirse desde dentro, tenia que abrirse por fuera y .... esa Providencia dirige las manos de una madre a abrir el coche y .... ¡¡¡ el niñooooo!!!. Ahí estaba.
Al final, lo que queda hoy, en la lejanía del tiempo, es como una anécdota. Quizás una amarga anécdota. Puede que los años hayan tergiversado los hechos en mi memoria, pero ...... el pozo también estuvo presente.