viernes, 26 de diciembre de 2008

La Mora

Relato escrito por Alejandro para presentarlo al certamne de relato corto de la Mancomunidad:



Era tarde, y me iba a la cama después de haber estado sentado en el apetecible brasero aquel día del mes de diciembre. Como todas las noches, mi padre vino conmigo, y cuando estaba en la cama, me arropó, y comenzó, como siempre hacía, a contarme otra de sus muchas “historietas de cuando era pequeño”. Así las llamaba yo. Ese era el nombre que le daba a todos los relatos que mi padre me contaba sobre su niñez, en su aldea “Los Altos”. Pues ese día, mi padre comenzó a contarme la historia de “La Mora”…


Cuando éramos niños, una de las cosas que más nos llamaba la atención, era la Mora –comenzó-. Todo eso, empezó como una leyenda, que los mayores, comentaban en sus largas charlas… Nos decían que no nos acercáramos al pozo, que vendría “La Mora”, que acechaba los pozos de los corralones, y que nos tiraría hacia el fondo del pozo.


Como cualquier niño de mi edad, nos pensábamos que era una tontería, tan solo para asustarnos, y evitar que nos cayéramos al pozo, así que una de las tardes que quedamos para jugar un partido de fútbol en la plazoleta, antes de comenzarlo, fuimos a casa de mi tía. Nos llamaba tanto la atención el pozo, que no pudimos evitar plantearnos el hecho de acercarnos al pozo, y al menos, asomarnos…


Después de discutir con los amigos, para ver quien era el atrevido que iría delante, en camino al pozo, fuimos todos hacia él.

Y la sorpresa fue, cuando nos acercamos, ver a aquella mujer que salió de repente, vestida de blanco por completo, con sólo los ojos a la vista. Fue un momento terrorífico, en el que nos quedamos mudos, sorprendidos, y sin poder movernos. Pero todas y cada una de esas cosas, cambiaron en el momento en el que aquella mujer, “La Mora”, comenzó a correr tras nosotros. En esos momentos, dimos una gran carrera hacia la puerta trasera, por la que se accedía al corralón. Pero al entrar, quedamos en el acuerdo de que no contaríamos nada de lo sucedido a los mayores, ya que nos regañarían muchísimo al habernos advertido en muchas ocasiones con anterioridad.

Así que lo mantuvimos en secreto…


Entonces, dejé de oír la voz de mi padre…


Y en esos momentos, me encontraba allí… en el jardín, viendo como mi padre y sus amigos, se acercaban despacio al pozo. De pronto, como mi padre me estaba contando, la Mora salió desde detrás del pozo y acto seguido empezó a correr tras ellos.


Pero allí había algo más…

Justo cuando mi padre y los amigos entraron por la puerta en la casa, “la Mora” salió del corralón. Me entró tanto interés por saber mas de ella, que la seguí sigilosamente, aunque parecía que estuviese en otra dimensión, ya que nadie me podía ver, aunque para esta tarea que me encomendé de seguir a La Mora, era mucho mejor.


¡Ya me di cuenta de adonde iba! Seguro que se iba a esconder en el pozo de la casa del vecino, para que cuando llegaran los niños, no se acercaron al pozo. Pero cuando pensaba que se pondría tras el pozo, entró en la casa.

-Antonio –le dijo-. Hoy he asustado a los niños de los vecinos. –Se rió a carcajadas y continuó hablando rápidamente-. Así aprenderán a no acercarse más al pozo.

Los dos se estuvieron riendo durante largo rato…


¡Ya lo había comprendido!

“La mora” en realidad era la propia vecina, que para que los niños no se acercaran al pozo, se vestía de blanco por completo y se escondía detrás del pozo.


Entonces, un gran ruido me despertó. ¡Claro! ¡Me despertó! ¡Estaba dormido! Mi padre, la noche anterior, me había contado su historia hasta que salieron a correr, y me había quedado dormido. Después soñé con el final de la historia…


Y ya tenía que levantarme, o llegaría tarde a la escuela.

La verdad es que fue la historia que más me impresionó, aquella de “La Mora”.


“La Mora”


Alejandro Barrena Jurado

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